✍️ Cómo cambiar el cuerito de la canilla (en diez minutos) y recuperar la paz
Una gota que no para puede volverte loco. Cambiar el cuerito de la canilla es simple, barato y te devuelve el silencio perdido
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Cambiar el cuerito de la canilla no es solo un arreglo menor. Es una pequeña victoria cotidiana. De esas que no se aplauden, pero se disfrutan. |
Arranca despacio. Una gota cada tanto. Casi simpática. Después acelera. Tac. Tac. Tac. Y de pronto, a las tres de la mañana, estás despierto mirando el techo, contando gotas como si fuera un reloj maldito. El cuerito de la canilla no avisa cuándo va a fallar, pero cuando lo hace, se convierte en el protagonista involuntario de la casa.
En Argentina, donde el “después lo arreglo” convive con el ingenio casero, cambiar el cuerito suele verse como algo misterioso, casi de plomero matriculado. Y no lo es. Es una de esas tareas domésticas que, una vez que las hacés, te dejan una mezcla rara de alivio, orgullo y bronca por no haberlo hecho antes.
El cuerito: pequeño, barato y poderoso
El cuerito es una pieza mínima, casi insignificante a la vista. Pero gobierna algo enorme: el paso del agua. Funciona como una válvula blanda que, al girar la canilla, presiona contra el asiento y corta el flujo. Cuando está nuevo, sella perfecto. Cuando se gasta, se endurece o se deforma, el agua encuentra un camino y no lo suelta más.
Pensalo como la suela de un zapato muy usado. Al principio protege. Después se afina, se raja, y cada paso duele. Con el cuerito pasa lo mismo: el desgaste cotidiano, la presión del agua, incluso la calidad del material, terminan pasándole factura.
La buena noticia es que cuesta poco, se consigue en cualquier ferretería del barrio y cambiarlo no requiere fuerza bruta ni conocimientos técnicos avanzados. Solo entender qué está pasando ahí adentro.
¿Cómo saber si el problema es el cuerito (y no otra cosa)?
No toda canilla que gotea necesita un cuerito nuevo, pero en la mayoría de los casos, sí. Hay señales claras:
▪️ Goteo constante, incluso con la canilla bien cerrada.
▪️ Chorro fino persistente, que no se detiene nunca del todo.
▪️ Necesidad de ajustar cada vez más fuerte para que deje de perder.
▪️ Sonido irregular, como si el agua dudara antes de salir.
Si tenés una canilla clásica, de las que giran varias vueltas, casi seguro usa cuerito. Las monocomando suelen tener cartuchos cerámicos, otra historia. Pero si la tuya es la de siempre, la de toda la vida, el culpable suele ser ese disco de goma cansado.
Antes de desarmar todo, probá cerrar un poco más. Si mejora solo apretando como Hulk, el cuerito ya está pidiendo jubilación.
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Herramientas necesarias: lo justo y necesario
Acá no hace falta un taller mecánico. Con pocas cosas alcanza:
▪️ Llave francesa o pico de loro, ajustable.
▪️ Destornillador plano o Phillips, según el tornillo.
▪️ Un trapo viejo, para no rayar la canilla ni maldecir después.
▪️ Cuerito nuevo, del tamaño correcto.
▪️ Un poco de paciencia, no viene en blister, pero ayuda.
Un detalle importante: no todos los cueritos son iguales. Llevá el viejo a la ferretería o pedí uno “para canilla estándar”. En Argentina, las medidas más comunes son 3/8 y 1/2. Si dudás, preguntá. El ferretero sabe. Siempre sabe.
Paso a paso: cambiar el cuerito sin dramas
Ahora sí. Manos a la obra.
Paso 1: cerrá la llave de paso. Parece obvio, pero más de uno aprendió esto a las malas. Cerrá el agua general o la del ambiente. Abrí la canilla para vaciar lo que queda. Silencio. Bien.
Paso 2: desarmá la canilla. Sacá la tapita (suele tener frío/calor). Debajo está el tornillo. Aflojalo y retirás el volante. Con la llave, desenroscá la cabeza de la canilla. Hacelo con cuidado. Sin apuro.
Paso 3: encontrá el cuerito. En la punta del vástago vas a ver el famoso cuerito, sujeto con un tornillito. Ahí está el villano. Sacalo. Miralo. Seguro está duro, deformado o directamente mordido.
Paso 4: colocá el nuevo. Poné el cuerito nuevo en la misma posición. Ajustá el tornillo sin exagerar. Firme, pero sin violencia.
Paso 5: armá todo de nuevo. Repetí los pasos en reversa. Enroscá, colocá el volante, ajustá el tornillo y la tapita.
Paso 6: abrí el agua y probá. Abrí despacio la llave de paso. Girá la canilla. Cerrá. Esperá. Si no gotea… listo. Ese silencio es música.
Errores comunes que arruinan el arreglo
Cambiar el cuerito es simple, pero hay trampas clásicas:
▪️ No cerrar el agua (la más dolorosa).
▪️ Apretar de más, dañando el asiento.
▪️ Comprar un cuerito incorrecto, que no sella bien.
▪️ Olvidar el tornillito, que termina en el desagüe.
▪️ Forzar piezas viejas, que después no encastran.
Tomate el tiempo. No es una carrera. Es una cirugía menor, doméstica, pero cirugía al fin.
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¿Y si sigue goteando? Cuando el problema es otro
Si después del cambio el agua insiste, puede haber algo más:
▪️ Asiento de la canilla gastado, donde apoya el cuerito.
▪️ Vástago dañado, torcido o corroído.
▪️ Sarro acumulado, típico en zonas con agua dura.
En esos casos, existen herramientas para rectificar el asiento o directamente cambiar la cabeza de la canilla. Sigue siendo accesible, pero ya es un escalón más. No te frustres. No siempre todo se resuelve a la primera.
El valor invisible: agua, dinero y cabeza tranquila
Una canilla que gotea no es solo una molestia sonora. Es agua desperdiciada. Mucha. Se calcula que un goteo constante puede perder cientos de litros por mes. Plata que se va. Recurso que se pierde.
Arreglarla tiene algo de gesto responsable, casi íntimo. Es cuidar la casa, el bolsillo y también la cabeza. Porque dormir sin ese tac-tac insistente es otra cosa. Se nota. El cuerpo lo agradece.
Aprender a arreglar: un pequeño acto de independencia
Hay algo poderoso en arreglar una canilla. No es solo el resultado. Es el proceso. Entender cómo funciona algo cotidiano, meter mano, equivocarse un poco y resolver.
En un mundo donde todo parece descartable, cambiar un cuerito es un acto mínimo de resistencia. De decir: esto se arregla. Y yo puedo hacerlo.
La próxima vez que escuches una gota, ya no va a ser una amenaza. Va a ser un aviso. Y vos vas a saber qué hacer.
Preguntas Frecuentes
¿Cada cuánto tiempo se cambia el cuerito de una canilla?
Depende del uso y la calidad del agua, pero en promedio dura entre uno y tres años.
¿Cuánto cuesta un cuerito en Argentina?
Es muy económico. Generalmente cuesta menos que un café y se consigue en cualquier ferretería.
¿Puedo cambiar el cuerito sin experiencia previa?
Sí. Es una de las reparaciones hogareñas más simples y seguras para empezar.
¿Sirve cambiar el cuerito si la canilla es monocomando?
No. Las monocomando usan cartuchos cerámicos. El cuerito aplica a canillas tradicionales.
¿Qué pasa si no arreglo una canilla que gotea?
Además del ruido, desperdicia agua, aumenta la factura y puede dañar el asiento, encareciendo el arreglo futuro.
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