Muchas veces todo parece cerrado: llaves entregadas, cuentas pagas. Pero si te olvidás de este paso, podés terminar en un problema que no esperabas
%20-%20facundopolo.com.webp)
Cuando termina un contrato de alquiler, muchos piensan que alcanza con entregar las llaves. Pero sin un acta de cierre firmada, los problemas pueden aparecer más adelante.
En esta nota te contamos por qué este documento, simple pero esencial, puede ahorrarte dolores de cabeza y protegerte legalmente.
El paso que casi nadie recuerda… hasta que es tarde
Después de meses -o años- viviendo en una propiedad, llega el momento de cerrar el contrato. Entregás las llaves, saludás al dueño o a la inmobiliaria, y pensás: “listo, hasta acá llegamos”.
Pero no. O no del todo.
Hay algo más que deberías hacer, y que muchísima gente pasa por alto: firmar un acta de cierre. Un simple papel que, créenos, puede marcar la diferencia entre cerrar la historia en paz… o tener que seguir lidiando con reclamos meses después.
{inAds}
¿Por qué importa tanto?
La verdad es que el acta de cierre funciona como una especie de "punto final" legal. Deja constancia escrita de que el contrato terminó, de que el inmueble fue devuelto en las condiciones acordadas y de que no queda nada pendiente entre vos y el propietario.
No es obligatorio por ley, pero sí altamente recomendable. Es como el cierre de un círculo: da claridad, orden y tranquilidad.
Y es que, sin ese papel, podés encontrarte más adelante con situaciones incómodas: que te llamen por una factura de gas impaga, que te pidan arreglar algo que ni sabías que estaba roto, o que retengan tu depósito sin explicaciones.
Sin acta, todo queda en el aire
Cuando no hay un documento que respalde lo que pasó, todo queda sujeto a la memoria... y a la buena voluntad. ¿Y si las cosas no terminan tan bien como pensabas?
Algunos de los problemas más comunes que surgen cuando no se firma un acta de cierre:
● Cobros de servicios atrasados que ya no te corresponden.
● Reclamos por daños que nunca se mencionaron.
● Depósitos retenidos, sin claridad sobre por qué.
Y con la derogación de la Ley de Alquileres por el DNU 70/2023, todo lo que antes parecía más estructurado, ahora depende mucho más del acuerdo entre partes. Por eso, dejar las cosas claras y por escrito nunca fue tan importante.
{inAds}
¿Qué debería tener un acta de cierre?
No hace falta que sea un documento complejo ni lleno de tecnicismos. Pero sí tiene que cubrir lo esencial:
● La fecha exacta de finalización del contrato.
● El estado general del inmueble (puede ser un párrafo breve o un inventario detallado).
● La entrega de llaves.
● Una nota que indique si hay o no deudas pendientes.
● Qué pasa con el depósito de garantía: si se devuelve, si se descuenta algo, y por qué.
● Las firmas del propietario y del inquilino.
Un consejo más: si hubo una inmobiliaria o un garante (como una aseguradora de caución), también se puede dejar constancia de su participación y del cierre de sus responsabilidades.
¿Quién lo redacta? ¿Dónde se firma?
Podés redactarlo vos, el propietario o un profesional. Lo ideal, claro, es que lo prepare un corredor inmobiliario matriculado o en su defecto, un abogado de confianza. Pero si no es posible, pueden armarlo entre ambas partes, siempre que estén de acuerdo con el contenido.
Lo importante es que:
● Se impriman dos copias (una para cada parte).
● Se firmen al momento de la entrega del inmueble.
● Cada uno guarde su ejemplar.
No hace falta un escribano. Solo voluntad de dejar todo claro.
{inAds}
Errores comunes al cerrar un contrato de alquiler
1. Entregar las llaves sin dejar constancia escrita
Parece un trámite menor, pero entregar las llaves “de palabra” es como apagar la luz sin cortar la electricidad. Si no hay un acta firmada, no hay prueba de que el inmueble fue devuelto… y eso puede traer complicaciones.
2. No revisar el estado del inmueble juntos
Muchas veces se da por hecho que todo está en orden, pero después aparecen reclamos por una canilla que goteaba o una mancha en la pared. Lo ideal es recorrer el lugar con el propietario, tomar fotos y dejarlo todo asentado en el acta.
3. Olvidarse de las deudas de servicios
Un clásico. Pensás que ya está todo pago, pero llega una factura de gas a tu nombre semanas después. Antes de firmar el acta, pedí los últimos comprobantes y asegurate de que no quede nada colgado.
4. No acordar por escrito qué pasa con el depósito
Muchos inquilinos confían en que el depósito se va a devolver “en la semana”. Pero si no se aclara por escrito en el acta -con montos y plazos-, ese dinero puede demorarse… o no volver nunca. Mejor dejarlo claro desde el principio.
5. Pensar que "no hace falta el acta porque nos llevamos bien"
La buena relación no reemplaza los papeles. Hoy todo puede estar en calma, pero si mañana aparece una diferencia, el acta es tu seguro. No se trata de desconfiar, sino de cuidar lo que ya hiciste bien.
Cerrá el ciclo con un papel, no con palabras
Después de haber cumplido con todo durante el alquiler, sería una pena que un detalle sin resolver te arruine el cierre. Y es que a veces, por evitar un papel, se generan malentendidos que terminan en reclamos, peleas… o hasta en juicios.
El acta de cierre es una hoja, cinco minutos, y mucha tranquilidad.