¿Boleto o escritura? Qué conviene firmar primero (y por qué importa tanto)

Cerraste el trato, vas a comprar y ahora hay que tomar una decisión: boleto o directamente la escritura. Cada opción tiene sus ventajas y sus riesgos

¿Boleto o escritura? Qué conviene firmar primero (y por qué importa tanto) - facundopolo.com

A la hora de comprar una propiedad, hay decisiones menos visibles, pero igual de decisivas. Una de las más importantes es: ¿conviene primero firmar un boleto de compraventa o ir directo a la escritura?

En esta nota, analizamos cada opción, sus ventajas, riesgos y claves para que tomés la mejor decisión sin margen para el error.

Dos caminos para llegar al mismo destino: ser dueño

Comprar una propiedad no es como ir al supermercado. No se trata solo de tener el dinero y elegir el inmueble. Hay un universo de decisiones que se abren en el camino, y una de las más importantes es: ¿firmo primero un boleto de compraventa o voy directo a la escritura?

Aunque parecen pasos formales, lo cierto es que elegir uno u otro puede cambiar completamente la dinámica de la operación. Y es que no se trata solo de un papel: hay tiempos, compromisos, y sobre todo, seguridad en juego.

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¿Qué es el boleto de compraventa?

El boleto de compraventa es ese primer gran acuerdo entre comprador y vendedor. Un documento donde ambas partes se comprometen a concretar la operación más adelante, con precio, plazos y condiciones bien claras.

Es como decir: “ya está, cerramos trato, pero falta formalizarlo del todo”. Sirve, por ejemplo, cuando todavía hay detalles por resolver o el dinero no está 100% disponible. Pero ojo: el boleto no te convierte en dueño. Aún falta la escritura para eso.

¿Por qué tanta gente elige hacer un boleto?

Porque da margen. Si todavía no tenés todo el dinero o estás esperando que se liberen fondos (quizá por la venta de otro inmueble), el boleto te asegura que la propiedad no se la lleve otro.
Porque da certeza. Una vez firmado, ni el vendedor puede subir el precio ni vos podés echarte atrás sin consecuencias.
Porque permite avanzar. En muchos casos, el comprador puede empezar a usar el inmueble incluso antes de escriturar.

La verdad es que para operaciones con pagos escalonados o tiempos más largos, el boleto suele ser una herramienta muy útil.

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Pero no todo es color de rosa: lo que el boleto no resuelve

Aunque tiene fuerza legal, el boleto no te protege del todo:

Todavía no sos el dueño. Si el vendedor tiene deudas o el inmueble recibe un embargo antes de escriturar, te podés ver perjudicado.
No siempre se inscribe. Salvo en algunas provincias, no queda asentado en el Registro, lo que te deja expuesto frente a terceros.
Y si alguien se arrepiente... Puede ser necesario iniciar acciones judiciales para exigir que se cumpla lo pactado.

En resumen, el boleto compromete, pero no blinda.

¿Y si voy directo a la escritura?

La escritura pública es otra historia. Es el momento en que, frente a un escribano, la propiedad pasa formalmente a tu nombre. Ahí sí, sos el dueño. Legal, registral y plenamente.

Y no solo eso. Desde ese instante, contás con la seguridad jurídica de tener todo en regla, lo que en el mundo inmobiliario, vale oro.

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Ventajas de la escritura directa

Transferencia inmediata. No hay instancias previas: lo que se firma, se concreta.
Protección total. Estás inscripto como titular en el Registro de la Propiedad. Ya nadie puede cuestionarte nada.
Agilidad. Te evitás dos actos (boleto + escritura) y vas directo al grano.

Además, si comprás con crédito hipotecario, ni hablar: la escritura directa no es opcional, es el único camino.

El lado menos visible de la escritura directa

Eso sí: para poder firmarla sin escalas, todo tiene que estar listo. Y cuando decimos todo, es todo.

El pago completo, en mano. Ya sea contado o con crédito, necesitás que el dinero esté disponible el día de la firma.
Papeles al día. Certificado catastral, libre deuda, informe de dominio, inhibiciones… todo eso debe estar resuelto.
El inmueble, disponible. No sirve de nada escriturar si el vendedor todavía no desocupó, o si hay un juicio dando vueltas.

Por eso, aunque suene más simple, no siempre es viable escriturar directamente.

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¿Entonces cuándo conviene hacer un boleto?

La respuesta es simple: cuando necesitás tiempo. Ya sea para pagar, para coordinar una mudanza, para destrabar una sucesión o simplemente porque el vendedor necesita unos días más para entregar las llaves.

También es útil cuando se pactan pagos en tramos. O si todavía estás tramitando un crédito, pero querés asegurarte de que no te saquen el departamento que encontraste.

Un consejo: que lo redacte un escribano. Un boleto mal hecho puede abrir grietas donde no las esperás.

¿Y cuándo es mejor ir directo a la escritura?

Cuando todo está en orden: el dinero, los documentos, la posesión. Si tenés el monto completo o el crédito aprobado, y el inmueble está listo para ser transferido, no hay razón para demorar.

Además, evitás el doble gasto. Porque hacer boleto y después escritura implica pagar dos veces honorarios y sellos. En cambio, con la escritura directa, todo se resuelve en un solo paso.

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Detalles que hacen la diferencia

Antes de decidir, prestá atención a esto:

Estado dominial del inmueble. ¿Está libre de hipotecas o embargos?
Situación impositiva. ¿Está al día con los impuestos, expensas, etc.?
Los tiempos de las partes. ¿Podés pagar todo de una? ¿El vendedor puede entregar ya?
Asesoramiento profesional. Un escribano, un abogado o un corredor inmobiliario te puede alertar sobre riesgos que ni imaginabas.

En definitiva...

Firmar un boleto o ir directo a la escritura no es una cuestión de estilo, sino de contexto. Si necesitás tiempo, flexibilidad o todavía no cerraste todos los cabos, el boleto puede ser una gran herramienta. Pero si todo está listo, la escritura directa es más rápida y más segura.

Tomarte el tiempo para entender la diferencia es una inversión. Porque en una compraventa, como en tantas otras cosas, lo que no se planifica... después se paga.