✍️ ¿Tu heladera no enfría? Esto es lo que deberías saber antes de que se arruine

Abrís la heladera y algo no anda: la comida tibia, el motor sonando raro y una sospecha que crece, otra vez, y justo ahora en plena ola de calor

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Muchas veces la causa es simple, casi invisible. Otras, más seria. Y en ese abanico de posibilidades está la diferencia entre una solución rápida o un gasto innecesario.


Es de noche, estás en medias, abrís la heladera buscando algo frío… y lo sentís antes de pensarlo. El aire no enfría. La botella de agua está apenas fresca. El yogur, sospechoso. Cerrás la puerta, la volvés a abrir. Nada. Silencio. O peor: un ruido extraño, como si el motor estuviera cansado.

La heladera no enfría y el problema nunca llega solo. Llega con ansiedad, con comida que puede echarse a perder, con la pregunta inevitable: ¿Se rompió? ¿Vale la pena arreglarla? ¿Qué hago ahora?




Cuando el problema no es la heladera, sino el uso diario

Suena injusto, pero es real: muchas heladeras no enfrían por pequeños hábitos cotidianos que se repiten sin darnos cuenta.

¿La abrís todo el tiempo? ¿La dejás abierta mientras guardás las compras? Cada apertura prolongada deja entrar aire caliente, humedad y obliga al motor a trabajar de más. En días de calor fuerte eso se nota rápido.

Otro clásico: sobrecargarla. Cuando la heladera está repleta, el aire frío no circula bien. Es como querer ventilar una habitación llena de gente con una sola ventana entreabierta. El frío queda atrapado.

También influye dónde está ubicada. Si la tenés pegada a la pared, encajada entre muebles o al lado del horno, el calor externo la castiga. Y mucho.

A veces no está rota. Está pidiendo aire.


El termostato: ese pequeño gran olvidado

El termostato es el cerebro silencioso de la heladera. Decide cuándo enfriar y cuándo descansar. Y sí, puede estar mal regulado… o directamente fallando.

Después de un corte de luz, una limpieza profunda o una mudanza, es común que alguien toque la perilla “solo un poquito”. Ese “poquito” puede ser la diferencia entre conservar alimentos o arruinarlos.

En general, una temperatura media es suficiente. No siempre más frío es mejor. De hecho, exigirle demasiado al motor puede generar el efecto contrario: trabaja mal y enfría menos.

Si el termostato está dañado, la heladera puede funcionar sin parar o no arrancar nunca. Ambas situaciones son malas noticias.

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El burlete de la puerta: una fuga invisible que enfría la paciencia

El burlete es esa goma que rodea la puerta. No parece gran cosa, pero cumple una función clave: mantener el frío adentro.

Con el tiempo se reseca, se deforma, se ensucia. Entonces la puerta no sella bien y el frío se escapa lentamente, como una discusión mal cerrada.

Un truco simple: colocá una hoja de papel entre la puerta y la heladera. Cerrá. Si la hoja sale sin resistencia, hay fuga. Y donde hay fuga, hay pérdida de frío.

Cambiar el burlete suele ser más barato de lo que imaginás. Y muchas veces, es la solución exacta.




El freezer enfría, pero la heladera no: una señal clara

Este es un caso muy común y bastante confuso. El freezer congela perfecto, pero abajo… nada.

En muchas heladeras, el frío se genera en el freezer y se distribuye hacia la parte inferior mediante conductos y un ventilador interno. Si ese paso se tapa con hielo o suciedad, el frío nunca llega.

A veces el ventilador está trabado. O el sistema de descongelado automático falla y se forma una pared de hielo invisible.

El resultado es engañoso: pareciera que “funciona”, pero no del todo. Y esa media verdad es la más peligrosa para los alimentos.


El condensador sucio: cuando el polvo gana la batalla

Detrás o debajo de la heladera hay una rejilla que muchos desconocen. Es el condensador. Su trabajo es liberar el calor.

Cuando se llena de polvo, pelusa o grasa ambiental, no puede hacerlo bien. El motor se recalienta, se esfuerza más y enfría menos. Todo al revés de lo que debería pasar.

Una limpieza cada seis meses puede marcar la diferencia. No es glamoroso, pero es efectivo. Y prolonga la vida útil del equipo.

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El motor funciona… pero algo no cierra

Si escuchás el motor arrancar y cortar constantemente, o si no suena nunca, son señales para prestarles atención.

Un motor que trabaja de más suele indicar que algo no está bien: fuga de gas, termostato fallando, condensador sucio. Un motor que no arranca puede estar protegiéndose por sobrecalentamiento.

El gas refrigerante no se “gasta”, pero puede fugarse. Y cuando eso pasa, el enfriamiento cae en picada. Es una reparación más compleja y requiere la intervención de un técnico.

Acá conviene frenar y evaluar costos. No todo arreglo conviene, especialmente en heladeras muy antiguas.




Cortes de luz, subas de tensión y daños silenciosos

En Argentina, los cortes y las subas de tensión no son una rareza. Y la heladera los sufre en silencio.

Una microinterrupción puede dañar componentes electrónicos sin que lo notes de inmediato. Días después, aparece el problema: no enfría como antes.

Por eso, usar un protector de tensión no es exagerado. Es prevención. Es cuidar un electrodoméstico clave que trabaja las 24 horas, los 365 días del año.

La heladera nunca descansa. Y cuando algo la desestabiliza, lo paga caro.


¿Reparar, cambiar o aguantar? La decisión final

Llegado este punto, aparece la gran pregunta. Si el arreglo es simple -burlete, limpieza, regulación- no hay duda. Pero si implica motor, gas o placa electrónica, conviene hacer números.

Una heladera vieja consume más energía, enfría peor y suele encadenar problemas. A veces, cambiar es una inversión. Otras, arreglar estira la vida útil algunos años más.

No hay una respuesta única. Hay contexto, presupuesto y necesidades.

Lo importante es no ignorar el problema. Porque una heladera que no enfría nunca mejora sola. Solo empeora.




Preguntas Frecuentes



¿Por qué la heladera prende pero no enfría?

Puede deberse a un termostato mal regulado, falta de gas refrigerante, burlete dañado o problemas en la distribución del frío interno.

¿Es normal que el freezer enfríe y la heladera no?

No. Suele indicar un problema en el ventilador interno, conductos tapados por hielo o falla en el sistema de descongelado.

¿Cada cuánto hay que limpiar el condensador?

Lo ideal es cada seis meses. Si hay mascotas o mucho polvo, incluso antes.

¿Una heladera puede dejar de enfriar después de un corte de luz?

Sí. Las subas de tensión pueden afectar componentes eléctricos o electrónicos sin aviso inmediato.

¿Conviene arreglar una heladera vieja que no enfría?

Depende del tipo de falla y del costo del arreglo. Si implica motor o gas, conviene comparar con el precio de una nueva y el consumo energético.