"La casa se vende sola" el mito del dueño vende que puede salir caro

Muchos dueños creen que pueden vender su casa sin ayuda. Pero, en la práctica, hacerlo solo puede convertirse en un camino lento, confuso… y caro

"La casa se vende sola" el mito del dueño vende que puede salir caro - facundopolo.com

Hay propietarios creen que vender su casa por su cuenta es fácil y conveniente. Pero detrás de esa decisión se esconden errores, pérdidas y más de un dolor de cabeza.

En esta nota, repasamos por qué contar con asesoramiento profesional sigue siendo clave para vender bien, rápido y sin sorpresas.

Dueño vende: ¿libertad o trampa disfrazada?

“Está bien ubicada, se vende sola”.
“Con lo que cuesta hoy, me lo sacan de las manos”.
“Prefiero hacerlo por mi cuenta y evitar pagar honorarios”.

Si sos corredor o trabajás en el rubro, seguro escuchaste estas frases más de una vez. Y si sos propietario, tal vez te hayan pasado por la cabeza. Tiene sentido: vender una propiedad es una operación importante, y querer controlarla de principio a fin es una reacción natural. Pero ojo, porque ese impulso -entendible y hasta lógico- puede terminar siendo contraproducente.

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¿Por qué algunos eligen hacerlo solos?

El motivo principal es sencillo: ahorrar. Muchos propietarios sienten que pueden manejar todo sin intermediarios y evitar así los honorarios profesionales. Otros confían ciegamente en que su casa, por ubicación o estado, se va a vender “sola”. También están los que ya tuvieron una mala experiencia previa y prefieren no repetirla.

Ahora bien, más allá de lo comprensible que puedan ser esas razones, vender un inmueble no es lo mismo que publicar una bici usada en Marketplace. Hay demasiadas variables en juego. Y cuando algo falla -porque suele fallar- es cuando aparecen las demoras, los enojos, los arrepentimientos.

El precio emocional: tasar con el corazón, no con la cabeza

Uno de los errores más comunes al vender sin ayuda es la tasación equivocada. ¿Por qué? Porque solemos estar cargados de recuerdos, de emociones. “En ese patio aprendieron a andar en bici mis hijos”, “la reformé hace tres años”, “mi vecino vendió a tanto y mi casa es mejor”.

La verdad es que el mercado no tiene memoria emocional. El precio lo define la demanda, la zona, el contexto económico, la competencia. Un corredor inmobiliario evalúa esos factores con datos reales, sin vínculos personales que distorsionen la percepción. Y eso marca la diferencia entre vender en dos meses… o en dos años.

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Publicar no alcanza: vender es otra cosa

Hoy cualquiera puede sacar unas fotos con el celular, armar una descripción y subir la propiedad a un portal. ¿Pero eso garantiza resultados? No. Porque una cosa es “estar publicado” y otra, muy distinta, es “ser visible”.

Las inmobiliarias trabajan con marketing estratégico, redes específicas, inversión en posicionamiento, herramientas para destacar en portales y una base de datos activa de potenciales compradores. Todo eso suma. Y mucho. Porque si nadie ve tu propiedad, nadie la va a comprar.

¿Y si el que llama no es quien decís que es?

Este es un punto sensible, pero real. Cuando un propietario publica por su cuenta, no hay filtros. Cualquiera puede consultar, pedir una visita, recorrer tu casa. Gente que solo está curioseando, que no tiene intención de compra… o peor.

Los corredores profesionales filtran los perfiles, verifican datos, organizan visitas seguras. No solo cuidan tu tiempo, también tu seguridad y la de tu familia.

Negociar no es regatear

Otra situación común: llega alguien interesado, hace una oferta y empieza el ida y vuelta. ¿Qué cláusulas incluir? ¿Qué pasa si el comprador pide dejar una seña informal? ¿Cuándo se firma? ¿Qué pasa con las expensas atrasadas?

Negociar una propiedad no es un simple “tira y afloje”. Es un proceso que requiere conocimiento legal, emocional y comercial. Y cuando se improvisa, aparecen los errores. Errores que, muchas veces, cuestan caro.

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Lo legal, ese mundo desconocido (y peligroso)

No alcanza con tener la escritura. ¿Sabías que muchos inmuebles tienen deudas que el dueño desconoce? ¿O que un error en una reserva puede dejar sin efecto toda la operación?

La compraventa de una propiedad es una operación compleja. Implica documentación, impuestos, verificaciones, firmas. Y si algo se hace mal, puede haber consecuencias legales. Un corredor no solo acompaña: detecta alertas tempranas y previene problemas. Eso también es parte del servicio.

¿Qué hace, entonces, una inmobiliaria?

Más de lo que muchos creen. Porque su trabajo no empieza y termina en sacar fotos y publicar. Incluye:

● Valorar el inmueble con base en datos y experiencia.
● Armar una estrategia de venta personalizada.
● Promocionar de manera efectiva y segmentada.
● Atender consultas, filtrar perfiles y coordinar visitas.
● Acompañar en la negociación y proteger tus intereses.
● Supervisar todo el proceso legal y acompañarte hasta la firma.

Y todo esto, con el respaldo de un profesional matriculado, que responde ante la ley por su trabajo.

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Cuando la realidad choca con la expectativa

Pasa más seguido de lo que se dice. Propietarios que intentan vender solos, que pasan meses sin novedades, que reciben consultas sin sentido, que ajustan el precio una y otra vez. Hasta que, agotados, vuelven al canal profesional.

Y muchas veces, lo que podría haberse vendido en poco tiempo termina siendo una operación más lenta, desgastante y hasta menos rentable.

No se trata solo de vender, sino de vender bien

Sí, puede que en algún caso puntual una casa se venda sola. Pero no es lo habitual. Y mucho menos lo recomendable. En un mercado como el argentino, donde cada decisión patrimonial impacta, vender un inmueble sin respaldo profesional es, en muchos casos, una apuesta riesgosa.

Contratar a una inmobiliaria no es un gasto: es una inversión. En tiempo, en tranquilidad, en seguridad. Porque no se trata solo de cerrar una operación. Se trata de que esa operación sea la mejor posible.