✍️ Las paredes vuelven a levantarse ¿El adiós a los espacios abiertos en el hogar?

Después de años de derribar muros, algo cambió puertas adentro: las paredes regresan y los espacios abiertos empiezan a despedirse sin aplausos

✍️ Las paredes vuelven a levantarse ¿El adiós a los espacios abiertos que marcaron una época? - facundopolo.com

En muchas partes del mundo ya es tendencia: el regreso de las paredes. No como símbolo de encierro, sino como gesto de cuidado. De orden. De intimidad.


Hubo un tiempo -no tan lejano- en el que derribar paredes era casi un acto de fe. Abrir la cocina, integrar el living, unir todo en un gran espacio continuo prometía luz, amplitud y una vida más moderna. Parecía incuestionable. ¿Quién iba a querer muros cuando el futuro era abierto?

Pero algo cambió. De a poco, las paredes están regresando. No como símbolo de encierro, sino como refugio. Como respuesta a un cansancio colectivo. Porque vivir sin límites también agota. Porque no todo se disfruta a la vista de todos. Y porque, al final del día, cerrar una puerta puede ser un alivio.




El boom del “todo integrado”: cuando abrir era sinónimo de progreso

Durante años, el espacio abierto fue casi una obligación estética. Las revistas, los programas de reformas, los desarrolladores inmobiliarios: todos empujaban en la misma dirección. Cocinas sin puertas, livings gigantes, comedores que se confundían con todo lo demás.

La promesa era clara: más metros “percibidos”, más luz natural, más sociabilidad. Cocinar mientras hablás con tus invitados. Ver a los chicos mientras hacés otra cosa. Una casa más viva, más conectada.

Funcionó. Durante un tiempo.

Pero esa idea estaba pensada para un tipo de vida bastante específico: horarios similares, pocas personas trabajando en casa, menos ruido, menos pantallas. Un esquema que hoy, simplemente, ya no existe.


Pandemia, home office y convivencia forzada: el quiebre silencioso

El quiebre no vino de una revista de tendencias. Vino de la experiencia cotidiana. De golpe, la casa tuvo que ser oficina, aula, gimnasio, lugar de descanso y espacio de ocio… todo al mismo tiempo.

Y ahí, el espacio abierto empezó a mostrar su lado B.

Una videollamada interrumpida por el ruido de la licuadora. Un chico intentando concentrarse mientras otro mira la tele. Dos adultos trabajando en la misma mesa, con auriculares y paciencia limitada.

Las paredes, esas viejas enemigas del diseño moderno, empezaron a parecer una solución lógica. No para aislarse del mundo, sino para poder convivir mejor dentro de casa.

$ads={1}

Privacidad emocional: el nuevo lujo doméstico

Hoy, el lujo no siempre es el mármol o el metro cuadrado extra. A veces es algo más simple: cerrar una puerta y estar solo. Cinco minutos. Media hora. Lo que se pueda.

La privacidad emocional ganó peso. Tener un lugar donde bajar el ruido, literal y simbólicamente. Donde no haya miradas, ni pantallas, ni demandas constantes.

Las paredes permiten eso. Delimitan. Protegen. Marcan fronteras sanas dentro del hogar. No es rechazo a lo compartido, es equilibrio.

En muchas casas argentinas, esta necesidad se traduce en pequeñas decisiones: una puerta corrediza entre cocina y living, un estudio cerrado, un dormitorio que vuelve a ser realmente íntimo.




El ruido, ese enemigo que antes no veíamos

El espacio abierto es hermoso… hasta que suena. Todo suena. La heladera, el extractor, la tele, las conversaciones cruzadas, el eco. Mucho eco.

En departamentos, especialmente, el problema se amplifica. Los materiales duros, las superficies continuas, la falta de absorción acústica convierten la casa en una caja de resonancia.

Las paredes ayudan a domesticar el sonido. No lo eliminan, pero lo ordenan. Separan actividades. Permiten que convivan distintos ritmos sin chocarse todo el tiempo.

Y eso, en la vida real, se agradece más que un ambiente “instagrameable”.


Cocinas que vuelven a cerrarse (pero no como antes)

La cocina es el caso más emblemático. Fue la primera en abrirse y ahora es la primera en volver a cerrarse. Aunque no como antes.

Ya no se trata de cocinas oscuras y aisladas. Aparecen soluciones intermedias: cerramientos vidriados, puertas plegables, paneles translúcidos. Se ve, pero no se escucha tanto. Entra la luz, pero se contiene el desorden.

Porque hay algo que también cansó: tener la cocina siempre “en escena”. La olla, el plato sin lavar, el caos cotidiano expuesto como si fuera parte del decorado.

Cerrar la cocina es, en muchos casos, un acto de honestidad doméstica

$ads={2}

Nuevas tipologías: casas compartimentadas, pero flexibles

El regreso de las paredes no implica rigidez. Al contrario. Las casas actuales buscan flexibilidad inteligente.

Muros livianos, paneles móviles, puertas corredizas de piso a techo. Espacios que pueden unirse o separarse según el momento del día, la actividad, el ánimo.

Una casa que se adapta, no que impone.

En Argentina, esta lógica empieza a verse en proyectos nuevos y en reformas: ambientes más definidos, pero pensados para transformarse. No es volver al plano cerrado de los años 80. Es algo distinto. Más sensible. Más humano.




El impacto emocional del orden visual

Vivir en un espacio completamente abierto implica convivir con todo, todo el tiempo. Lo lindo y lo feo. Lo ordenado y lo caótico. Y eso pesa.

Las paredes ayudan a descansar la mirada. A reducir la sobreestimulación. A que el cerebro no esté procesando estímulos constantemente.

No es un tema menor. El bienestar doméstico tiene mucho que ver con lo que vemos -y con lo que no vemos- todos los días.

Cerrar un ambiente puede ser una forma simple de bajar un cambio. De sentir que la casa acompaña, en lugar de exigir.


¿Moda pasajera o cambio profundo? Lo que viene

¿Volverán los espacios abiertos con fuerza? Probablemente sí, en algún momento. Las tendencias son pendulares. Pero lo que queda es el aprendizaje.

Hoy sabemos que no existe una única forma correcta de vivir una casa. Que abrir todo no es sinónimo de felicidad. Y que las paredes no son enemigas, sino herramientas.

El futuro parece ir hacia viviendas más pensadas desde la experiencia real. Desde la convivencia concreta. Desde el cansancio, el ruido, el trabajo, el descanso.

Las paredes regresan, sí. Pero no para encerrarnos. Vuelven para ayudarnos a respirar mejor dentro de casa.




Preguntas Frecuentes



¿Los espacios abiertos están pasando de moda?

Más que pasar de moda, están siendo repensados. Siguen existiendo, pero ya no como única opción válida.

¿Cerrar ambientes reduce el valor de una propiedad?

No necesariamente. Bien diseñados, los espacios compartimentados pueden sumar funcionalidad y atractivo para muchos compradores.

¿Qué alternativas hay entre abierto y cerrado?

Puertas corredizas, paneles vidriados, cerramientos móviles y divisiones livianas permiten flexibilidad sin perder luz.

¿Es caro volver a levantar paredes en una casa?

Depende del sistema constructivo. Existen soluciones en seco que reducen costos, tiempos y molestias.

¿Qué ambientes conviene volver a cerrar primero?

La cocina y los espacios de trabajo suelen ser los primeros, por ruido, orden y necesidad de concentración.