¿Moderno o clásico? El dilema de los compradores (y lo que nadie veía venir)

Los techos altos y los ambientes grandes, esos que parecían del pasado, hoy vuelven a dar pelea. ¿Moda, nostalgia o puro sentido común?

¿Moderno o clásico? El dilema de los compradores (y lo que nadie veía venir) - facundopolo.com
En el mercado actual, la distribución de un inmueble se convirtió en una variable decisiva, muchas veces más importante que la superficie total.


Hay discusiones que se repiten en cada café entre distintos actores del rubro. Una de ellas es esta: ¿Dónde se vive mejor, en una casa antiguo o en una moderna?

No hay respuesta única, claro, pero cada vez más compradores están empezando a mirar con otros ojos esos ambientes grandes, con techos altos y puertas pesadas que antes parecían “anticuados”. Tal vez no sea solo una cuestión de estilo, sino de cómo nos gusta habitar el espacio: con alma o con eficiencia.

Los espacios antiguos vuelven a enamorar (y no es casualidad)

En las visitas, cuando un comprador entra a una propiedad antigua -de esas con pisos de pinotea y techos de tres metros-, lo primero que dice es: “¡Qué aire tiene esto!” Y ahí ya sé que se enamoró.

Es que hay algo en esas propiedades que las nuevas construcciones no logran imitar. No sé si son los materiales, la distribución o ese silencio que te abraza apenas entrás. Pero se siente distinto. Y ojo, no es que lo moderno esté mal. Solo que el mercado, después de años de minimalismo y paredes derribadas, está empezando a mirar hacia atrás.

La distribución -esa palabra que muchos pasan por alto- puede hacer que una propiedad valga más o menos, se venda rápido o quede meses en los portales.


Qué tiene de especial la distribución moderna

Los espacios abiertos nacieron como respuesta a un cambio de estilo de vida. Cocinar, trabajar y recibir amigos en el mismo lugar sonaba genial. Menos paredes, más luz, más integración. Y durante un tiempo funcionó perfecto.

Todos los clientes los querían. “Me encanta que la cocina esté integrada, así charlo con mis amigos mientras cocino”, me decían.

El problema es que, con el tiempo, esa misma apertura que tanto seducía empezó a jugar en contra. Los olores del horno llegan al sillón, el ruido del lavarropas se mete en la videollamada, y si vivís en pareja… bueno, no hay puerta que separe el living del “me quiero concentrar un rato”.

El diseño moderno tiene su encanto, claro. Pero también su letra chica.

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Las distribuciones antiguas: pensadas para vivir, no para “mostrar”

En las distribuciones antiguas, cada ambiente tenía su razón de ser. Dormitorios con puertas que cerraban, cocinas donde se podía cocinar sin llenar la casa de olor, comedores grandes donde entraban doce personas sin que nadie chocara con el respaldo de la silla.

Y esos techos altos… ¿Qué decirte? No solo dan aire, también temperatura estable. En verano se nota. En invierno, con una buena estufa, calienta parejo. Y si encima la casa tiene paredes gruesas, ni hablar: el aislamiento térmico y acústico es superior a muchos edificios nuevos de materiales livianos.

No será el último grito de la moda, pero se vive bien. Y al final, de eso se trata, ¿no?

Ventajas reales de las distribuciones antiguas (según los que vivimos de esto)

Voy a lo concreto, porque sé que te gusta lo práctico:

1. Privacidad: cada espacio cumple su función. No escuchás todo lo que pasa en la casa.
2. Materiales nobles: pisos de madera maciza, aberturas que duran toda una vida, paredes que no se marcan con solo mirarlas.
3. Techos altos: dan sensación de amplitud y mejoran la ventilación.
4. Ambientes grandes: no necesitás romper paredes para sentir espacio.
5. Estilo: lo antiguo tiene identidad. Es como esos muebles que ganan valor con el tiempo.


Lo bueno (y lo no tanto) de las distribuciones modernas

No quiero ser injusto. La distribución moderna tiene ventajas que nadie puede negar. Más luz, menos pasillos inútiles y una sensación de amplitud que enamora a simple vista.

Para inmuebles chicos, eso es oro. Cada metro cuenta. Y en ciudades donde los precios subieron tanto, aprovechar el espacio es clave. El problema aparece cuando esa practicidad se choca con la vida real. Vivís en un monoambiente con la cocina integrada y después te das cuenta de que no podés ni freír un huevo sin perfumar las cortinas.

A veces, lo que parece funcional sobre el plano no lo es tanto en el día a día. La casa tiene que acompañarte, no ponerte a prueba.

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Cómo influye la distribución en el valor de una propiedad

En las tasaciones: no hay dos propiedades iguales, aunque tengan los mismos metros. Lo que cambia todo es cómo están distribuidos.

He visto departamentos antiguos, bien mantenidos y con buena circulación, venderse más caros que unidades nuevas en el mismo barrio.

¿Por qué? Porque la gente no compra metros, compra cómo se sienten esos metros. Si la casa tiene buena luz, ventilación cruzada y espacios que fluyen sin invadirte, vale más. Así de simple.

Cómo lograr el equilibrio perfecto (sin perder el alma del lugar)

Acá está la clave: modernizar sin destruir la esencia. Hay formas de adaptar lo antiguo al estilo actual sin perder su encanto.

Te doy algunos ejemplos:

● Unir cocina y comedor, pero mantener las molduras originales.
● Instalar doble vidrio sin tocar los marcos de madera.
● Usar iluminación moderna respetando la altura de los techos.

Eso, en manos de un buen arquitecto, se llama reciclado con criterio. Y los compradores lo valoran muchísimo. Porque combina lo mejor de ambos mundos: historia y confort.


Del “open space” al “slow living”: un cambio de mentalidad

El mercado ya empezó a girar. Cada vez más personas buscan casas donde se pueda vivir, no solo mostrar.

El teletrabajo, la vida en familia y la necesidad de tener rincones propios pusieron en jaque al concepto de “todo junto”. Hoy, tener una puerta que cierre, un ambiente donde pensar, o simplemente un lugar para estar en silencio, vale oro.

En otras palabras, el slow living llegó al mundo inmobiliario. Porque al final del día, la casa no es un decorado: es el lugar donde pasa tu vida.




Preguntas Frecuentes

1. ¿Qué conviene más: distribución antigua o moderna?

Depende de vos. Si te gusta cocinar mientras charlás con amigos, lo moderno te va. Si valorás la privacidad y la calma, lo antiguo gana por goleada.

2. ¿Las propiedades antiguas son más difíciles de mantener?

No siempre. Si la estructura está bien y se hace un mantenimiento básico, duran décadas sin problemas.

3. ¿Conviene reformar un departamento antiguo?

Sí, sobre todo si tiene buena base. Una reforma bien hecha puede revalorizarlo entre un 20% y un 30%.

4. ¿Los techos altos encarecen el mantenimiento?

Solo un poco en pintura, pero lo compensan con luz, frescura y estilo. Créeme, vale la pena.

5. ¿Qué buscan hoy los compradores argentinos?

Autenticidad. Lugares que se sientan vivos. Algunos quieren lo moderno, otros vuelven a lo clásico, pero todos buscan lo mismo: sentirse en casa.